DOMUS



DOMUS   *


1

En el territorio excéntrico de la Araucanía
donde residí por 7 años y donde de algún modo resido aún,
aprendí,
entre otras cosas, a vivir la subrepticia dominación nacional.

Mi ruka, mi domus,
periférica,
se sitúa lejos,
por no decir fuera
de la DOMUS NACIONAL,
fuera del poder de la metrópolis 
y su “musiquilla de pobres esferas”.

Mi domicilio está en el corazón de un
cierto Chile profundo,
de un país reducido a su mínima expresión,
limitado a su puro territorio,
a su bello desamparo...


Un Chile impostado por los Domini,
los dueños del Estado-Nación
de la Patria,
y su mala costumbre de usar lo mapuche, lo aborigen, lo originario, lo regional,

como un vestido de gala
para hacer alarde de una gallardía, una bravura,
una energía ancestral, etc.,
que no tienen
y que sólo sirve de cortina de humo
para encubrir el desprecio profundo y real
que el ente chileno oficial tiene por lo propio
que es ante todo lo indígena...


            2



Yo misma, desde niña
Aprendí a tener miedo
Del indio y de su raza
en los textos de historia de Frías Valenzuela.

Temía a los wekufes envueltos en sus mantas
Que andaban por la noche
Llorando sus miserias
En lastimeros cantos venidos de los cerros
En malones inciertos
En kahuines al viento
Cuando el son de trutrucas
Y el kultrún, a destiempo
Horadaban la niebla, destemplaban el cielo
En esas tierras hondas de Cautín y Malleco.

Los indios eran sucios –decían los chilenos-
Ladrones y borrachos, ladinos y maleros.
Caníbales incluso.
¡Qué no escuché en mi infancia
Que no me diera miedo!
Mi condición de winka quedó marcada a fuego.



3

Mas no soy winka. No y no.
We inka, nuevo inca, Domini dominador.

“Nosotros no somos ni queremos ser los indígenas de Chile.
Nosotros somos mapuche...”
Nos dice desde youtube Matías Catrileo
Contra la utilización folclorista de su pueblo.


Yo busco enloquecida mi domus, mi casa, mi lugar
En este territorio derribado
Busco desesperadamente
El corazón de mi tierra desterrada
La libertad de mi ser encadenado.
Yo no quiero estar sometida a ningún señor ni señorío
No quiero darme por vencida.


No quiero pertenecer a la patria despatriada
No quiero escuchar nunca más el discurso dominante
Quiero seguir siendo la extraviada del sur
Del viento y sus dominios
Quiero ser la exiliada errante
La pervertida indómita
La apátrida en mi propia Matria
En mi propio territorio derrumbado.
              

Volver a mi propio newén sin ser mapuche
Sin ser nada más que una indígena
Como dice el diccionario...
Una oriunda natural, una nativa.

Sentir la poderosa y subrepticia destrucción
En toda su extensión impune
Hasta los huesos
En todo su dominio extenuante
Hasta el tuétano ninguneado y desnudo.


Y que duela este dolor.
Llevar muy adentro la herida
De los magníficos e innombrables imperios perdidos.
Los verdaderos territorios
Sin amos ni dueños.
Los poderíos del ser y del gozo
Que hemos dejado avasallar
Que hemos permitido abusar
Por esta ruina disfrazada
Que no ha llegado sola...
No y no.



4

Si “tú ya no eres tú,
Ni tu casa es ya tu casa”,
Es porque te has dejado infiltrar
Por el embustero poderío  
De un montón de patrañas vacías.
Un cúmulo de embelecos de plástico
Y de porquerías.


¿ Dónde quedó nuestra rebeldía,
Esa pasión acorralada, contenida ?

Volvamos a nuestro Domus
A nuestra autonomía
A nuestra libre y clara soberanía.


                                         

                                            Carahue, 2007.


*La palabra "domus" está íntimamente ligada al "dominus", es decir al "señor" que en ella habita y ejerce dominio, mientras que la palabra "casa" está asociada al que no sólo no tiene dónde ejercer su dominio, sino que está sometido a él. 
De "domus" proceden "domar", "domesticar", "dominar", "dómine", términos todos ellos relativos a la dominación, y sólo muy tardíamente el término "domicilio" y sus derivados.

                       


Proyecto DOMUS /2008



Homenaje al poema "Pajarístico"  de Juan Luis Martínez