TEXTOS


PARA RECORDAR A STELLA


Desde  niña, Stella fue para mí, para nosotros, los Vicuña Navarro,
los Viñuca-Mañeca, como nos decían, una persona  absoluta.

Recuerdo su presencia íntegra,física, mental, emocional , 
cuya fuerza magnética ejercía una fascinación en mí,
que en ese entonces no podía nombrar.
Simplemente, Stella estaba allí como una estampa viva,
audaz, libre, suelta, cabal.

Por los años 58-60, vivíamos en calle Ricardo Matte, barrio Seminario,
en una casona grande  a la que llegaban los poetas amigos de nuestros padres,  Eliana y José Miguel.

Recuerdo un día, después de almuerzo, el sol ardiente del verano, 
yo tendría unos 8 años. Stella, alta y blanca ,
su pelo rojo atado con un cordón de zapatos,
un vestido floreado  a media pierna, vaporoso,
sin mangas ni sostenes, con  tacos  negros, sonoros,
sus pecas infinitas, su voz ronca, su risa cristalina y pícara,
el pucho  cabañas sin filtro o liberty pegado a la boca chueca, roja, hablando con nosotros los niños, jugando, riendo…


Ahí estaba la Colorina, la Color,
como le decía mi padre,
en el esplendor de su belleza salvaje y total.

Algunas personas le temían mucho
y ella gozaba y sufría de esa fuerza que la hacía temible.
Su franqueza, su desparpajo, su atrevimiento
no siempre eran bienvenidos en este país
timorato, hipócrita y cartucho,
donde es bien visto tener amigos bohemios, pero sólo puertas afuera…

Algunos hubieran querido apropiarse de Stella,
poseerla literal o figuradamente…
pero, -Dupsin Dapsin-
ella fue siempre libre.
Y el precio de la libertad se paga demasiado caro.

Poeta entrañable,
Sideral
mujer entera
niña terca,
tímida muchas veces, feroz otras
Echo de menos tu humor lúcido y negro
tu sabiduría telúrica
tu risa pícara
tu amor por la justicia
tu desdén por la mediocridad
tu dulzura recóndita de cactus nortino
tu savia infantil
tu presencia volcánica
tu ser y la razón de tu ser.


Agosto 2008.
Homenaje a Stella Diaz Varín, Biblioteca Nacional