SONETOS


TRAVESÍA  
 
                         A Armando Rubio, antes de su muerte    
 

De la nada a la nada, como barcos
Que salen de los puertos a la suerte,
Vamos de viaje en viaje con la Muerte
Por grises aguaceros y por charcos.    
 
Después de navegar bajo los arcos
De la ciudad que ya no nos divierte,
Sentimos que la ruta nos pervierte
Y anclamos en los bares nuestros barcos.    

Allí nos transformamos en piratas
Que encuentran sus tesoros en el vino
Mientras la muerte entona serenatas.    

Mas sigiloso el tiempo va borrando
Esta marea que nos dio el destino
Y hacia la nada vamos navegando…
 
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DAMAS CEBOLLAS
                           
                           
                                                    A Stella Díaz, poeta y amiga

Estas dulces cebollas calderanas
que hacen llorar a las damas talquinas,
relucen  en escuálidas vitrinas    
colgando como lánguidas campanas.

¿Sabrán estas cebollas suaves, llanas,
que existen las fatales guillotinas
y suelen habitar en las cocinas
de esas soberbias damas casquivanas?

También estas lloronas algún día
colgadas del cordón de su pasado
aguardarán temblando el mediodía,
en que el diestro cuchillo de Dios Padre
Descuaje para siempre su tinglado.
¡Y no habrá llanto ni perro que ladre!

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ÚLTIMA CENA


Esta sopa servida y esta nada
    Me dan en el mantel su abismo puro
Y trémula, presiento el fondo oscuro
Que oculta alguna amarga cucharada.


Mas antes de probar, la campanada
En el reloj presagia algún conjuro,
Pues siento que me surge ya maduro
Todo un terror de sopa envenenada.

¿De qué temor absurdo soy la presa
Cuando mi propia mano es la que guisa?
Pruebo del caldo toda su sorpresa.

Mas sólo entonces un gesto me avisa
Que está mi doble sentada a la mesa.
Me ha asesinado, ¡Récenme una misa!


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MUJERES

La Dama, la Garzona, La Cualquiera,
La de la Vida, Nadie, la Picante,
La niña del bolsón y la del guante,
La más perdida o la feliz niñera.

La Madre, la Dolores, la Sincera,
La dulce amiga o la mortal amante,
La que en sus ojos guarda algún diamante,
O la que lleva un arma en su cartera:

Todas en fin, Señor, somos decentes
Aunque jugamos con la picardía
Y nos hacemos siempre las prudentes.

¿Qué más será un pecado en esta vía
Perder el norte por un hombre ardiente?
¡Hasta una monja desfallecería

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NOVIAS ESPUMAS



Espumas de los mares en las rocas
hacen anillos de sal, hacendosas,
son las sirenas que esperan ansiosas,
lucir sus blancos encajes y tocas.

¿Qué bergantín no esperan estas locas
espumas de los mares, blancas rosas,
romper en mil astillas venenosas
besándole a los náufragos las bocas?

Como novias desnudas en las aguas
a todos los viajeros enamoran
luciendo sus estelas como enaguas.

Y brillan bajo el ruedo las espadas
que clavan tan sonrientes, aunque  lloran,
dueñas del tiempo, damas de la nada.

                                                            

Santiago de Chile, 1980  Ganymedes 6